Por Uri Stilman (dpa)
Ajax (Canadá), 18 jul (dpa) – Una vibrante semifinal en los Juegos Panamericanos fue el último enfrentamiento del béisbol de Cuba y Estados Unidos antes de la apertura de las respectivas embajadas el lunes, en lo que marcará la reanudación oficial de las relaciones diplomáticas entre los dos países, que esperan también un cambio positivo para el deporte.
“Será muy especial. Ellos aman el juego tanto como nosotros, juegan con el corazón y con pasión. Le ponen el sabor a nuestra rivalidad. Como prueba de ello está el número de jugadores cubanos que juegan en las Grandes Ligas (MLB) y ellos son muy respetuosos de lo que nosotros hacemos, por lo que creo que sin limitaciones políticas se podrá crecer como deporte”, expresó Jim Tracy, el director del equipo de béisbol de Estados Unidos, a consulta de dpa.
Entre tantas diferencias, estadounidenses y cubanos comparten la pasión por “la pelota”. En el siglo XIX los primeros cubanos que viajaban a las universidades estadounidenses para estudiar llevaron después el deporte a la isla. Los cubanos lo adoptaron y lo tomaron como una de las aspiraciones de la Cuba moderna durante la guerra de la independencia ante España, que lo había prohibido.
El cambio de ambiente político “creo que puede ayudar mucho. Locos estamos porque llegue ese momento, me parece que sería un gran momento para mí país en todos los aspectos”, dijo a dpa el entrenador cubano, Roger Machado.
“Tenemos una gran rivalidad con ellos, porque hemos discutido muchas veces y somos equipos fuertes. Creo que eso hace cada partido con ellos muy especial”, sumó Machado.
Estados Unidos tuvo una gran vuelta en el marcador (6-5) para llegar a la final de los Juegos Panamericanos. Uno de los jugadores clave fue el tercera base Tyler Pastornicky.
“Definitivamente va a ser algo enorme. No tengo idea cómo va a ser, pero pienso que va a hacer mejor a la rivalidad”, dijo el barbudo jugador de los Atlanta Braves, de la MLB.
Banderas, cornetas, mucho ruido y el grito de “¡Cu-ba, Cu-ba!” acompañaron un gran arranque del equipo que dominó el béisbol panamericano durante los últimos diez años.
“Para Cuba es una proeza ganarle a Estados Unidos. Cada partido es muy especial, sobre todo por el nivel que tienen siempre nos marcan para qué estamos en los torneos”, contó a dpa Danilo García, un aficionado cubano que reside en el Gran Toronto desde 1999 y que forma parte de una comunidad cubana que emigró a Canadá por acuerdos entre los dos países.
“Yo soy mitad cubano y mitad canadiense, respeto a los Estados Unidos y espero que la nueva política sea lo mejor para los dos pueblos”, deseó García, que es epidemiólogo de profesión, pero trabaja como chofer de taxi.
Refugiándose del intenso sol de verano, con una gorra con los colores y la bandera de Cuba, Tomás Guzmán fue más escéptico. “No creo que cambien demasiado las cosas. Menos en el béisbol, la rivalidad será igual que siempre”, aseguró Guzmán, que nació en La Habana pero es ciudadano canadiense desde 2000 y tiene un comercio en el centro de Toronto.
Los estadounidenses parecían refugiados en las tribunas del President’s Choice BallPark, en Ajax, un suburbio joven de Toronto. Las cuatro carreras en el cierre de la séptima entrada despertaron el característico grito de “¡U-S-A, U-S-A!”.
Entre el grupo de aficionados que apenas se distinguían por las clásicas gorras de béisbol, estaba John Polack un contador en Rochester, del lado neoyorquino de la frontera.
“Esperamos que esta rivalidad no cambie. Es siempre un partido especial con Cuba y nos gusta que sea así. Que los países tengan nuevamente relaciones me parece algo positivo, pero no creo que cambie al béisbol”, opinó el estadounidense, que viajó a Toronto por el fin de semana para disfrutar del deporte panamericano.
