Alajuela, 2 sep (elmundo.cr) – Alexander Guimaraes lleva varias semanas poniendo el pecho a las balas que la afición lanza sobre Ian Lawrence quien salió silbado al abandonar el campo de juego en el Morera Soto. Los hinchas no ven en la cancha, los datos que el técnico manudo dice tener como respaldo del buen rendimiento del lateral izquierdo.
Para Ian Lawrence, el clásico entre Alajuelense y Saprissa del 1 de septiembre de 2024 será un partido difícil de olvidar, y no por razones felices. Este encuentro se convirtió en un capítulo oscuro en su carrera, donde la afición rojinegra, lejos de apoyar, le hizo sentir todo su descontento. Desde el primer minuto, los errores de Lawrence en la marca y su falta de precisión en los centros fueron duramente criticados por los seguidores, quienes no tardaron en expresar su frustración.
La gota que colmó el vaso fue cuando Ariel Rodríguez de Saprissa, sin mucha oposición, cabeceó para abrir el marcador, con Lawrence siendo el hombre más cercano a la jugada. Fue entonces cuando los abucheos se intensificaron, y la presión fue demasiada. Alexandre Guimaraes decidió sustituirlo al minuto 57, no sin antes observar la evidente molestia de la afición.
Guimaraes ha defendido públicamente a Lawrence en varias ocasiones, subrayando sus cualidades físicas y su potencial como un lateral de alto rendimiento. Sin embargo, las cifras y estadísticas que maneja el técnico parecen no ser suficientes para convencer a los seguidores, quienes ven en el joven lateral un punto débil en el equipo.
La sustitución de Lawrence por Ronald Matarrita fue recibida con una mezcla de alivio y desdén por parte del público. Aunque Guimaraes trató de levantar el ánimo de su jugador con un abrazo tras el gol del empate de Anderson Cardoso, el lateral tiene claro que necesitará algo más que el respaldo de su entrenador para ganarse el corazón de la afición rojinegra nuevamente.
Ian Lawrence enfrenta ahora el reto de demostrar su valía en la cancha y recuperar la confianza de una hinchada que, de momento, parece haber perdido la paciencia.