Alajuelense avisó desde la previa que no iba a especular. Lo dijo sin rodeos Aarón Salazar, una de las piezas más versátiles que ha utilizado Óscar Ramírez en este torneo.
“Estamos con nuestra gente y en nuestro campo. El clásico pasado fuimos envolventes, esta noche no será diferente, no tiene por qué ser de otra manera”, soltó Salazar, sin tapujos.
Y así fue.
Durante los primeros 45 minutos, Liga Deportiva Alajuelense fue una aplanadora. Presionó alto, dominó la posesión y arrinconó por largos pasajes a un Deportivo Saprissa que apenas lograba respirar con acercamientos aislados, pero peligrosos.
El premio llegó al minuto 26. Ronaldo Cisneros se elevó en el área y, con un cabezazo que tomó a contrapié a Esteban Alvarado, desató la locura en el estadio Alejandro Morera Soto.
La Catedral explotó. Las gradas se movieron como si el rugido fuera sísmico.
Saprissa tocó la puerta en tres ocasiones claras, esta vez ante Bayron Mora, quien terminó siendo titular tras el resentimiento físico de Washington Ortega. El arquero respondió cuando fue exigido.
El empate morado llegó al 49’, en medio de un tiempo añadido prolongado por el árbitro David Gómez. Kenay Myrieaprovechó un rebote, mató el balón de pecho y sacó una chilena perfecta que se incrustó en el palo largo del arco manudo.
Hasta el descanso, el panorama era de paridad. Y en las finales del fútbol costarricense, el gol de visita no pesa.
El Macho ajustó… y la Liga sentenció
En el centro del campo, Ramírez dio las últimas indicaciones. El mensaje fue claro: intensidad, amplitud y paciencia.
En la segunda mitad, Alajuelense se adueñó del partido y arrinconó a un Saprissa que solo podía apostar al contragolpe, principalmente con Orlando Sinclair, bien controlado por la zaga rojinegra.
La Liga se sacudió sus fantasmas y se los trasladó al rival.
Alajuelense anotó tras un balazo de Alejandro Bran, otro más en las series importantes, no olviden lo que hizo en Liberia y en La Cueva. Esta vez Alvarado no pudo contener, dio un rebote que Fernando Piñar tomó, y con un remate inmediato, puso el 2-1 al 72′.
Diez minutos después, Anthony Hernández marcó el 3-1 tras un remate de media distancia.
La frustración morada se vio reflejada al 94′, cuando Gerald Taylor fue expulsado por una jugada criminal contra Creichel Pérez.
Dos realidades opuestas
El contraste fue brutal.
Saprissa suma dos años sin ganar un título nacional. Este semestre fue especialmente duro: eliminado en fase de grupos de la Copa Centroamericana, sin ganar un solo clásico en el Apertura y atravesando una crisis económica, en medio de una reingeniería administrativa y dirigencial.
Alajuelense, en cambio, vive su mejor momento. Tricampeón centroamericano, dominante también en el fútbol femenino y dueño de un dominio absoluto a nivel nacional, que ahora se extiende a un nonacampeonato.
La copa número 31 se levantó en casa, ante un rival que resistió como pudo, con lo que tenía, con lo que es hoy.
Mientras algunos insisten en imponer la retórica del pasado, la realidad del presente fue inapelable.
Alajuelense ganó en la cancha, en el juego, en la idea y en el proyecto.
Y celebró una estrella más ante un Saprissa que, esta vez, solo pudo mirar atrás.
