Por María Luz Climent Mascarell
Venecia, 4 sep (dpa) – Hace años que prácticamente se dedica a gesticular con el capitán Jack Sparrow, pero es indudable el atractivo que sigue teniendo para los fans Johnny Depp. A pesar del calor y el despiadado sol, cientos de ellos (y ellas) pasaron horas frente a la alfombra roja del Festival de Venecia con el único anhelo de verlo y, tal vez, conseguir un autógrafo o un selfie, lo máximo.
“Para mí la gente que está esperando fuera, que es tan entregada, lo suficientemente amable, simpática para esperar tanto tiempo sólo para decir hola y darme la bienvenida, considero que es la que me da trabajo. Nunca me gustó el término fan. Sencillamente no me encaja. Yo considero a esas personas nuestros jefes, porque esa gente es la que va al cine, gasta su dinero, busca una escapada por un par de horas. Yo le doy las gracias a mis jefes ahí fuera”, dijo el actor que hoy estrenó en el certamen italiano “Black Mass”, de Scott Cooper.
Depp y su equipo llegaron tarde a la atestada rueda de prensa. Vestido con camisa blanca y chaqueta verde, el actor se presentó ante los periodistas con una botella de cerveza. Y para evitar las malas lenguas tras los titulares en los que apuntaba que su debilidad por el alcohol, señaló de inmediato antes de empezar: “Es una cerveza sin alcohol y si trastabillo es por su culpa (en referencia a la prensa)”.
En “Black Mass” sus fans no van a reconocer a Depp, que se transforma por completo para encarnar al rey del hampa irlandesa en el sur de Boston en los años 70 y 80, James “Whitey” Bulger, actualmente un octogenario que cumple dos cadenas perpetuas en prisión.
Una calva pronunciada, prótesis dentales y unas lentes de contacto que cambian su ojos negros en azules, así como bastante kilos menos de los que lucía hoy, marcan el cambio radical del actor, cuya interpretación del gánster irlandés ha tenido una acogida satisfactoria, sin despertar entusiasmo.
Basada en el libro homónimo, la cinta se centra en los años en los que Bulger colaboró con el FBI. Un amigo de la infancia (Joel Edgerton), que trabajaba para el FBI, lo contacta para conseguir acabar con la mafia italiana rival en la Boston, donde el hermano de Bulger (Benedict Cumberbatch) era además una de las máximas autoridades políticas como senador.
Para Depp dar vida a una persona real y que, además, sigue viva, supone una gran responsabilidad. Lo importante, señaló, es ser “fiel a esa persona y a las diferentes caras de esa persona. Por una parte era un empresario que, dentro del lenguaje de ese negocio, hizo lo que tenía que hacer. Y había otra cara, que es un hombre de familia cariñoso, y otra que era muy entregado a su madre y su hermano. Uno les debe cierto tipo de justicia, aun cuando haya momentos feos”, explicó.
El actor intentó contactar a Bugler a través de su abogado, pero muy amablemente declinó, dijo. En su opinión es porque no le gustó “Black Mass” ni ninguno de los libros que se han escrito sobre él.
Cooper, que hizo que Jeff Bridges alzara el Oscar con “Crazy Heart”, construye un relato de gánsters áspero, en el que Depp ofrece una interpretación tan brillante como sobria del que fuera el rey del crimen en Boston.
La transformación de Depp encaja con esos papeles que acaban llegando a ese olimpo de la actuación donde se reparten estatuillas doradas. Según aseguró hoy, él siempre ha querido ser un actor de personajes con personalidad.
Desde el principio, aun cuando no había decidido ser actor, ya que entonces estaba más centrado en la música, quiso ser un actor que se transformase y entre sus referentes siempre estuvieron John Barrymore, Marlon Brando, Timothy Carey o John Garfield.
“Supongo que fue una obsesión. Siempre he intentado ser más un actor de personajes con personalidad que no el chico del poster en el que intentaron convertirme hace ya cien años. Lo más importante es que un actor tiene cierta responsabilidad con el público y tiene que cambiar, darles algo nuevo cada vez, sorprenderles y no hacer siempre lo mismo”, añadió el actor, que acaba de rodar en Australia la quinta entrega del capitán Jack Sparrow, un personaje que acabará por convertirlo en el rey de la gesticulación. Un rey sin trono pero con muchas fans.