Por Annette Birschel (dpa)
La Haya, 9 jun (dpa) – El viejo rey Saúl está pensativo, con el rostro enjuto. A su derecha, de rodillas, David toca el harpa. El monarca tiene en la mano una lanza con la que luego atacará al joven. “Saúl y David”, una obra maestra. Pero, ¿quién fue su autor?
Durante más de 50 años se especuló y discutió sobre la autoría del óleo, hasta que hoy Emilie Gordenker, directora de la galería Mauritiushuis de La Haya, pudo confirmarlo con una radiante sonrisa: “Sí, tenemos un ‘rembrandt’ auténtico”.
Ocho años tardó el equipo internacional de expertos en analizar el famoso lienzo con la más moderna tecnología. Ahora, completamente restaurado, “Saúl y David” vuelve a brillar en el museo, que a partir del jueves dedica una exposición especial para contar su “increíble historia”.
Gordenker comparó la investigación con la famosa serie “CSI”. El lienzo apareció por primera vez en 1830, durante una subasta en París. A finales del siglo XIX, lo adquirió el entonces director de la Mauritshuis, Abraham Bredius, pagándolo de su propio bolsillo.
Según contó después, para costeárselo tuvo que vender “carruaje y caballo”. Pero estaba seguro de que el lienzo era un “rembrandt”, y uno de los más hermosos del maestro holandés. Tras su muerte, en 1946, la Mauritshuis heredó la pintura, pero a finales de los años 60 llegó el shock.
El experto en Rembrandt Horst Gerson afirmó entonces que no lo había pintado el propio maestro, sino uno de sus alumnos. Y la polémica mantuvo años enfrentados a los especialistas. Las dudas eran comprensibles: el óleo estaba cubierto por una capa oscura y repintado en varias zonas. Hasta que en 2007, la Mauritshuis se decidió a investigarlo.
El resultado fue algo que nadie habría imaginado. En el siglo XIX, el cuadro fue dividido en pedazos, después se volvió a unir y finalmente se repintó en una supuesta restauración. Al parecer, el original tenía unas dimensiones mucho mayores que el que ahora puede verse.
Las radiografías del lienzo muestran un verdadero patchwork de 15 piezas. Dos de las más grandes, en las que aparecen Saúl y David, son originales, mientras que las otras procedían de otra pintura: se había cortado en tiras una copia de una obra del flamenco Anthonis van Dyk, que se utilizó para “restaurar” la de Rembrandt.
El tema de la pintura apunta claramente al maestro holandés del siglo XVII: “Saúl y David” recrea la historia del Antiguo Testamento sobre el encuentro entre Saúl y David, un tema que ya había inspirado al pintor en otras ocasiones. El rostro de Saúl está destacado por un contraste de luces y sombras, con el monarca secándose las lágrimas con una oscura cortina.
¿Una cortina? Eso jamás se había escuchado, o al menos no para un monarca. También se trata de una representación única en la historia del arte, explicó Fordenker. ¿Se debe entonces a la intervención de sus aprendices? Según los investigadores, no: un escáner aisló los pigmentos de cada color, revelando siete capas. Pero “la cortina siempre estuvo ahí”. Y en la típica pincelada de Rembrandt.
Se cree que el maestro la pintó en dos fases: primero, en torno a 1650, plasmó la composición y las pinceladas maestras. Y un par de años más tarde, la completó y modificó, con pinceladas más sueltas.
Además, la tecnología aún reveló otro secreto: arriba, en la esquina derecha, y en una amplia línea central, nunca hubo pintura. “Es como si la hubieran rascado conscientemente”, dijo la restauradora Petria Noble. Puede que hubiera otro personaje, como en otros lienzos de Rembrandt sobre el mismo tema, añade. Así que “Saúl y David” aún sigue albergando incógnitas.