Descendientes de aymaras y quechuas celebrarán el Día de Difuntos

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La Paz, 30 oct (dpa) – Los Andes bolivianos y los valles interandinos, mayormente habitados por descendientes de aymaras y de quechuas, celebrarán este 1 y 2 de noviembre el Día de Difuntos, una fiesta ancestral que la región revive año tras año.

A mediodía del próximo domingo comienza el recuerdo de los seres muertos. En los hogares de los dolientes se instalan lo que se conoce como “mesas”, que son altares en los que se colocan panes, galletas, cañas de azúcar, frutas, flores, y los platillos y bebidas preferidos del difunto.

Además, se abren las puertas del domicilio para que ingrese “el alma” de la persona recordada, de quien se ofrecen fotografías o un epitafio donde aparece la fecha de su partida.

También se coloca la “t’anta wawa” (niño de pan, en quechua), acompañada de escaleras y caballos hechos por hábiles panaderos que en días previos hornean sin cesar panes, bizcochuelos y variedad de galletas de harina.

Las escaleras tienen su relevancia porque permiten el ascenso al cielo y el descenso hacia el altar, mientras que los caballos y las llamas son los que llevan las almas.

En los valles interandinos se agregan tinajas o vasos de chicha de maíz, dulces o hierbas aromáticas.

“En Bolivia preparamos mesas con los manjares más copiosos. Hay mesas que ocupan todo el escenario de la orquesta bajo un tinglado donde la gente normalmente baila y consume chicha y manjares criollos”, explica Ramón Rocha Monroy, escritor de temas costumbristas.

La tradición manda que a mediodía del segundo día se recoja “la mesa”, y se lleve todo al campo santo para entregar a las personas que se dedican a rezar, muchos de ellos con cánticos en aymara o quechua.

Los cementerios se convierten en escenarios de canto y baile a sones de pinquillos u otros instrumentos de viento. La jornada concluye con la llamada “cacharpaya” (fiesta de los muertos).

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