San José, 29 jun (elmundo.cr) – La renovación de placas metálicas para vehículos en Costa Rica sería un proceso de meses, pero es un trámite de minutos gracias al trabajo de privados de libertad, que permiten realizar en el mismo día la confección de estos productos, generando más de 17 mil cada mes, y cumpliendo con elevados niveles de seguridad.
Un convenio que cumplirá 20 años el próximo 8 de julio del 2019 entre el Ministerio de Justicia y Paz y la Junta Administrativa del Registro Nacional permite que un grupo de privados de libertad –denominados beneficiarios- se encarguen del proceso de construir más de 5 mil pares de placas de motocicletas y 12 mil pares de placas para vehículos cada mes.
Antes de ese convenio, las placas debían comprarse en el exterior, mediante un proceso de licitación que requería meses. Ahora, se elaboran en el mismo Registro, con un procedimiento que tiene una duración de menos de una hora.
Rafael Espinoza, Jefe del Departamento de Placas, de la Dirección de Servicios del Registro Nacional, explica que se les entrega un incentivo –no es un salario, porque no hay relación laboral- a un grupo de ocho beneficiarios que laboran en la confección de las placas.
La confección manual y automática permite que se realice en minutos el troquelado, pintado, empaque y entrega, de un producto que es de alta calidad. “Están dentro de las placas más seguras a nivel mundial, con un holograma y una trenza virtual que no se han logrado falsificar, y con una garantía de vida útil de tres años”, expresó Espinoza.
La confección se realiza en las mismas instalaciones del Registro. Cada día, ocho beneficiarios se encargan de las labores de confección de placas y del reciclaje de las que se devuelven tras cumplir con su vida útil, estimada en tres años.
Para los beneficiarios, este programa se ha convertido en un importante respaldo para sus esfuerzos de mejora personal. Michelle Martínez, quien tiene año y medio de trabajar en la confección de placas, comentó que los ingresos le permiten un sustento para mantener a sus hijas.
“Esto ha sido de gran ayuda. En el Centro (CASI Mujeres) nos dan la opción de trabajar en la panadería o salir si tenemos una oferta laboral; yo no tenía oferta y empecé en la panadería, pero por mi buen comportamiento, la trabajadora social me recomendó para esta oportunidad, que estoy aprovechando. Y aunque cuando salga no voy a tener trabajo (cuando egresa el beneficiario, finaliza el convenio), tengo el respaldo de que estuve aquí, dando la talla”, comentó Martínez.
También Gerardo Briceño, quien tiene cinco años de trabajar con la máquina automática, manifestó que logró la opción por el buen comportamiento, y ello le permite apoyar más a sus hijos para sus estudios.
“Yo estoy en un Centro Seminstitucional, tenía un trabajo pero ganaba poco, este convenio me permitió mejorar el apoyo para mis hijos. Y lo más importante para mi ha sido la responsabilidad, nos permite ser parte de un rol que uno pierde: levantarse temprano todos los días, ir a trabajar, tener que cumplir obligaciones. Cuando termine el convenio, eso me va a ayudar”, dijo Briceño.
Tanto Martínez como Briceño son parte de un proceso que demanda superación constante y que tienen un alto nivel que mantener: la confección de placas ganó el premio a la calidad y prácticas promisorias en la gestión pública del 2012, otorgado por el Ministerio de Planificación Nacional y Política Económica (Mideplan).