Entre el periodo 2004-2010, los valores de tolerancia política se mantuvieron estables en 45%, sin embargo entre el 2012 y el 2014 ese índice se redujo a los niveles más bajos registrados en la historia de Costa Rica, inclusive debajo del 30%.
“Los regímenes democráticos se sustentan en dos pilares fundamentales: la legitimidad política, basada en la aceptación ciudadana a la autoridad de sus instituciones políticas y sus decisiones; y la tolerancia política, entendida como el respeto de los ciudadanos a los derechos políticos de los demás, en especial, de aquellos con quienes no se está de acuerdo”, explicaron los analistas del PEN.
Según los últimos datos, los costarricenses apoyan cada vez más el sistema político pero son más intolerantes hacia las personas que tienen diferentes líneas de pensamiento. En el año 2012 se reportó una importante caída en el apoyo al sistema político pero aumentó en el 2014.
La investigación evidencia que la disminución de la tolerancia del sistema político alcanzó en el año 2014 los niveles más bajos de todo el período analizado. La reducción fue de aproximadamente 20 puntos en comparación con el valor del 2010 (cuando se obtuvo el nivel más alto de toda la serie) y de 6 puntos por debajo de la cifra reportada en 2012.
De acuerdo con Ronald Alfaro, investigador del Programa Estado de la Nación/Universidad de Costa Rica y de la Universidad de Pittsburgh (EEUU), los resultados arrojados en el estudio si bien colocan a Costa Rica como el país con los mayores niveles de apoyo al sistema políticos en todo el continente americano, la caída en la tolerancia puede ser un detonante para la erosión de la convivencia democrática y socavar la estabilidad política.
Por otro lado, el documento señala la combinación de un alto apoyo ciudadano a sus instituciones y una alta tolerancia, da como resultado una profundización de la democracia y es una señal inequívoca de estabilidad política.
En la situación contraria, un bajo apoyo al sistema conlleva cuestionamientos a la legitimidad que, mezclados con manifestaciones de intolerancia, eventualmente podrían desembocar en episodios de alta inestabilidad política.
Para Alfaro, la ciudadanía costarricense de mediados de la segunda década del siglo XXI sigue respaldando a su sistema político, pero es menos tolerante a sus oponentes y a sus ideas. La combinación de estos factores, menos favorable para la democracia, menoscaba la convivencia ciudadana, el respeto a la diferencia y al disenso y crea tensiones que perturban al Sistema político.
En síntesis, el análisis de la cultura política en Costa Rica en 2014 trae buenas y malas noticias. La buena noticia es la recuperación del apoyo al sistema político. La mala es que dicho aumento contrasta con la disminución de la tolerancia.
La paradójica combinación de estos resultados incide negativamente en el porcentaje de individuos con actitudes favorables a la estabilidad política –aquellos que combinan alto apoyo al sistema con alta tolerancia– que reporta una nueva caída y se sitúa en los niveles más bajos desde su primera medición en 2004.