Heredia, 15 may (elmundo.cr) – Un estudio realizado en el 2007 por los investigadores Gaby Dolz y Juan José Romero del Programa de Medicina Poblacional de la Escuela de Medicina Veterinaria de la Universidad Nacional (EMV-UNA), evidenció una alta prevalencia de la paratuberculosis o Enfermedad de Johne en bovinos de leche de Costa Rica, por lo que se hace necesario implementar la vigilancia epidemiológica de este agente en los hatos lecheros.
La paratuberculosis o enfermedad de Johne, es una enfermedad incurable de los rumiantes, causada por Mycobacterium avium subespecie paratuberculosis (MAP). Esta bacteria ocasiona una enteritis granulomatosa, que se manifiesta con diarreas persistentes o recurrentes, que no responden a tratamientos con antibióticos. Está mundialmente distribuida y afecta al ganado bovino, ovino y caprino. También se han identificado especies animales en estado salvaje como venados, conejos y zorros, que sirven como reservorios de la enfermedad.
Dolz indicó que en un 95% de los casos, el agente ingresa a los hatos por la compra o introducción de un bovino infectado; en solo un 5% de los casos el agente ingresará por aguas o alimentos contaminados. Debido a su alta resistencia en el medio ambiente, el MAP puede permanecer viable 163 días en corrientes de agua, 270 días en aguas estancadas, 11 meses en deposiciones y suelos fertilizados con heces, y hasta 47 meses en materia orgánica desecada.
“La prevalencia global de MAP determinada en los hatos fue del 79,4%; un 70,1% del total de hatos mostraron baja prevalencia de MAP y un 9,3% presentaron alta prevalencia del agente. Al repetir el análisis de la leche de tanque en los establecimientos tres meses después, un 43,8% de las fincas estudiadas presentaron cambios, 16 de 47 fincas pasaron de negativo a positivo, mientras que 45 de 122 pasaron de positivo a negativo”, agregó.
Dolz detalló que probablemente se debió a la entrada o salida de vacas infectadas del punto de ordeño durante el estudio, además, que bovinos infectados con MAP presentan una fase con una pobre respuesta inmunológica en la que los anticuerpos no son detectables mediante ELISA, arrojando resultados falsos negativos.
La investigadora subrayó, que tomando en cuenta la epidemiología del MAP y la baja sensibilidad de la prueba diagnóstica (ELISA), se puede concluir, que una cantidad considerable de rebaños no se detectaron como infectados, por lo que más bien, la prevalencia estimada a nivel nacional es mayor.
Dolz comentó que según los datos obtenidos en el muestreo, la región Chorotega presentó el mayor porcentaje de fincas MAP positivas (91,9%), mientras que el menor porcentaje de fincas MAP positivas se detectó en las regiones Huetar Norte (56,4%) y Huetar Atlántica (59,3%).
La ruta de infección es por vía oral, por el consumo de calostro o leche proveniente de un animal infectado y a través de las heces presentes en las pasturas que contienen MAP.
“Los terneros son los más susceptibles de infectarse, y generalmente ocurre, al tomar leche, la cual no fue calentada suficientemente, o porque ésta se contaminó con heces. Cabe destacar que un 85% de los animales se infectarán en las primeras semanas postparto por ingestión de calostro o leche contaminada”, comentó la investigadora.
La especialista recalcó que la paratuberculosis tiene un impacto económico considerable en la producción pecuaria, debido a sus consecuencias en la disminución de la producción lechera, menor valor comercial de los animales y la muerte de los animales infectados.
Según la experta no existe cura para la paratuberculosis, aunque existen varias vacunas, no en Costa Rica, que reportan un impacto positivo sobre la productividad de los hatos, por evitar la aparición de animales con síntomas clínicos, estas vacunas no previenen la infección de los animales y la diseminación del agente en el hato y en el medio ambiente.
El control de la enfermedad es difícil y se logra a largo plazo con las siguientes medidas, que pueden ser controladas por el productor: manejo de terneras (evitando contacto con estiércol), descarte de animales positivos (y su descendencia, si tomaron calostro y leche), compra de animales (preferiblemente de fincas sin historia de MAP), evitar la fertilización de pasturas con heces, aseo de las instalaciones y conocimiento del personal de la finca sobre la enfermedad.