Heredia, 5 ago (elmundo.cr) – “La forma en que la COVID-19 impactó al país ha sido benevolente”, con esta frase Juan José Romero, coordinador de la maestría de Epidemiología de la Escuela de Medicina Veterinaria de la Universidad Nacional (EMV-UNA), resumió los 152 días en que la COVID-19 se ha manifestado en Costa Rica.
Romero explicó que se han dado dos grandes momentos, una primera ola muy benevolente, pero que, proporcionalmente, envió una mayor cantidad de personas a las Unidades de Cuidados Intensivos (UCI), si se compara con la ola actual, en la que hay muchos casos, pero con menor cantidad de personas internadas en las UCI; aunque con un peligroso incremento.
“En la primera parte de la segunda ola se debió dar la suma de muchos casos para igualar la cantidad de fallecidos que se presentó en la primera fase epidémica”, expresó Romero.
El especialista de la UNA detalló que “en la primera ola fueron afectadas personas de clase media y alta; luego, en la segunda ola, ha habido un impacto en todos los estratos, pero especialmente a personas en condición de vulnerabilidad. Primero del pacífico y la región huetar norte de Costa Rica, desplazándose luego hacia el área metropolitana en cantones con distritos de alta densidad poblacional, elevado hacinamiento habitacional, la mayoría en condiciones de pobreza y pobreza extrema. Personas que no se les puede decir “quédate en casa”, que conviven en burbujas extendidas, por ejemplo, las cuarterías, donde si aparecía una persona infectada de seguro contagiaría a los demás”, aseveró Romero.
Agregó que resultó fácil contener la primera ola, pero ha sido muy complicado con la segunda, esto por los lugares afectados, el tipo de personas infectadas y, además, por el irrespeto de algunos que afectaron al resto de las personas que hacen las cosas bien, con distanciamiento, higiene y respeto por las normas. Además, la transmisión comunitaria y la pérdida del rastro de los casos, ha colaborado en esta dificultad de contener la enfermedad.
Lo que viene
Luego, con la reapertura comercial parcial, algunas personas se desordenan más de lo deseado y ocurren una serie de contagios que el Ministerio de Salud y el gobierno no tenían proyectados; pero a eso se le deben sumar la aparición de casos en las zonas con asentamientos informales o de alta vulnerabilidad “Por eso tuvimos un junio tibio y luego un julio con esa explosión del 80% de los casos o más que han ocurrido durante la pandemia concentrados en un mes”.
Romero comentó que un escenario optimista es que la tasa de contagio (Rt) disminuya hasta llegar al 1 y se mantenga cerca de ese nivel, para luego empezar a bajar poco a poco.
Aun así, el especialista no descarta que en un día los contagios puedan llegar a mil o 1.500 personas, pero este escenario (pesimista) implicaría que “nos portamos muy mal, por lo que dependerá de las fases de apertura anteriores y posteriores al día de la madre para tener una referencia”.
Por otro lado, el hecho que desde ya se cancelaron los festejos populares de fin y principio de año, lejos de ser un mal augurio sino todo lo contrario, es una medida adecuada pues, si de setiembre a noviembre se logra aplanar la curva y volver de nuevo a 100 o menos casos diarios de contagio, no hay razón para soltar las amarras en diciembre y de nuevo incrementar los casos de hospitalización y volvamos para atrás.