“Me ahorro al menos media hora de viaje”, calcula. “Además, tampoco tengo que preocuparme por el aparcamiento”.
En ningún otro país europeo florece tanto el mercado de los vehículos eléctricos como en Noruega, que tampoco consume energía nuclear. Este Estado escandinavo de cinco millones de vecinos tiene la mayor tasa mundial de automóviles eléctricos por habitante. Actualmente, un 18 por ciento de las nuevas matriculaciones corresponde a vehículos eléctricos. En abril se matriculó el auto número 50.000 de este tipo.
Este “boom” debe mucho a la iniciativa política. Y es que los noruegos que decidan adquirir uno de estos coches más respetuosos con el medio ambiente pueden ahorrarse muchas coronas: para comprar un “elbil”, como se denominan en Noruega los automóviles eléctricos, no hay que pagar ni el 25 por ciento de IVA, ni los impuestos a la importación, ni los gravámenes por emisión de gases.
De este modo, el líder del sector, el VW E-Golf, cuesta unas 80.000 coronas (8.800 euros/9.900 dólares) menos que un Golf tradicional. Y esa no es la única ventaja: el conductor de un vehículo eléctrico tampoco paga los peajes de las autopistas, puede utilizar los carriles bus, aparcar gratis en los parkings públicos y repostar gratis en una serie de estaciones de recarga.
Éstos se encuentran, entre otros, ante todos los ayuntamientos, en gasolineras y en muchos aparcamientos de empresas. En total, Noruega cuenta con 1.726 estaciones que disponen de 6.715 puntos de recarga.
Para Nina y su marido fueron argumentos convincentes. “Calculé que podríamos ahorrarnos al año 30.000 coronas sólo en costes de funcionamiento. Y además, no tenemos que pasar tan a menudo por el taller”.
Ahora, la versión de lujo de su Tesla S tiene una autonomía de 500 kilómetros. “Si están vacías del todo, la recarga de las baterías dura 24 horas, pero la mayoría de las veces no se llega a tanto. Yo lo recargo casi siempre por las noches en casa”, cuenta esta madre de cuatro hijos.
Svein Stene, de Oslo, tiene un coche más pequeño. Su Nissan Leaf debe pasar cada 120-150 kilómetros por un punto de recarga, pero a este conductor no es algo que le preocupe. “Hay que planear los viajes y saber exactamente dónde están las estaciones de recarga. Y para eso hay una app”.
En el punto de recarga rápida de Moss se necesitan unos 20 minutos para “llenar el motor”. “Mientras tanto, me ocupo de mis cosas”, cuenta este noruego de 48 años. El factor decisivo para decantarse por un automóvil eléctrico fue, en su caso, exclusivamente económico: “Como no tenía que pagar ni por impuestos ni por emisiones de CO2, mi ‘elbil’ no resultaba más caro que un coche de gasolina de su clase”.
Con todo, la enorme popularidad de los vehículos eléctricos tiene como consecuencia que cada vez se cuestione más la promoción estatal, pues ésta supone miles de millones de coronas. Pero el gobierno noruego se ha comprometido a reducir las emisiones de CO2 de 130 gramos a 85 por kilómetro hasta 2010. Por eso, en 2012 las subvenciones se prolongaron cuatro años más.
Aun así, los recortes ya han comenzado: los vehículos eléctricos en leasing ya no están exentos de IVA y se prevé que el uso del carril bus pronto sea cosa del pasado en las grandes ciudades. Los conductores de autobuses cada vez se quejan más de que los “elbiler” colapsan sus carriles, por lo que no pueden cumplir sus horarios de ruta. De ahí que en el oeste de Oslo desde junio el acceso de vehículos eléctricos a carriles bus y taxi esté limitado.
Petter Haugneland está convencido de que si estas ventajas desaparecen, la venta de automóviles eléctricos se resentirá. “Resultarán demasiado caros, porque en Noruega tenemos impuestos muy altos”, explica. No obstante, confía en que el gobierno mantenga su postura hasta que el mercado de vehículos eléctricos sea realmente competitivo.
“Existe un consenso entre los partidos políticos al respecto y calculo que en cinco o seis años las baterías tendrán una autonomía mayor”, opina este portavoz de la Asociación Noruega de Vehículos Eléctricos. Y para entonces, los “elbiler” ya no necesitarán subvenciones estatales.