Esta construcción se hizo a pesar de que a finales de diciembre del 2016 la Sala IV había notificado a las autoridades de UCR que debían detener la tala de 57 de los 95 árboles que se encontraban en el perímetro de las nuevas instalaciones. En diciembre del 2016, de acuerdo con el biólogo del mismo centro educativo, Jorge Lobo, “con la construcción de este nuevo edificio se verán amenazadas 108 especies, 99 géneros y 49 familias de plantas”.
El jefe de la Oficina Ejecutora del Programa de Inversiones (OEPI), de la Universidad de Costa Rica, Kevin Cotter indicó que un grupo de vecinos presentaron tres denuncias ante Secretaría Técnica Ambiental (Setena), todas fueron respondidas y se declaran “sin lugar”.
Aún así Setena solicitó que se presentara un plan de compensación de los daños ambientales incurridos que, al parecer, la universidad presentó, donde incluye una serie de medidas que se pondrán en práctica, para que el proyecto sea de conservación y desarrollo urbano paisajístico. Además incluye máquinas de ejercicio, el tanque de recolección de agua potable, como algunas de las medidas solicitadas.
“Por los 59 árboles que se cortaron, que estaban dentro del área, por eso se sembraron desde hace un año150 árboles y estamos en el proceso de siembra de más árboles que se hacen en las tres fincas de la Universidad. Sobre el impacto que pueden tener las aguas pluviales del edificio, el mismo cuenta con una laguna de retención; eso significa que todas las aguas de los techos y de las calles alrededor del edificio van a dar a esa laguna, de esa laguna ya sale más lentamente hacia el al río y el impacto va a hacer menor”, dijo Cotter.
La actual infraestructura tiene más de 50 años de antigüedad. En sus inicios se construyó para 50 personas. Sin embargo, el recinto ahora posee más de 500 usuarios diarios, entre estudiantes, docentes, administrativos y pacientes, lo que ha provocado la falta de espacio y el hacinamiento. Esto ha impedido ofrecer un servicio de calidad y llevar a cabo un aprendizaje académico óptimo.
