San José, 21 may (elmundo.cr) – “Costa Rica le seguirá enseñando al mundo como ganarle al coronavirus”, insistía la propaganda estatal todos los días en la conferencia de prensa, que se convirtió en el show de mediodía del Gobierno.
Desde el arranque de la pandemia el gobierno de Carlos Alvarado vio en la pandemia la posibilidad de salir de los pésimos índices de popularidad por los que pasaba.
Incluso los primeros casos de posibles “sospechosos” les permitieron al limitado equipo de comunicación presidencial, dirigir los reflectores a la caída imagen de Carlos Alvarado, apoyado del ministro de Salud, Daniel Salas, al que convirtieron en una especie de super héroe local.
“El coronavirus no conoce la fortaleza de este gran conjunto llamado Costa Rica. Quedándonos en casa, cuidamos el Pura Vida”, rezaba la publicidad desde la CCSS y el Ministerio de Salud, pero desde adentro se daban todo tipo de señales confusas sobre lo que había que hacer.
“No deben usar mascarillas las personas que no tengan síntomas, que no estén enfermas, y solamente se recomienda para el personal de salud o quien ya pasó por una toma de muestra”, advertía el ministro Salas al inicio de la pandemia.
Pocos meses después Salas cambió su mensaje a una posición liviana al decir que “las mascarillas no son para usarlas todo el día. Conforme yo hablo y tengo mi mascarilla, las gotitas de saliva que salen al aire se quedan atrapadas en la mascarilla y ¿qué es lo que pasa? que al estar uno hablando y respirando, esas gotitas empiezan a acumularse tanto que llega un momento en el que la mascarilla ya está tan humedecida que no retiene las gotitas y ya hay escape al exterior”.
Al igual con las caretas, que se impulsó su uso al inicio, pero después se descartó la posible efectividad de las mismas.
Hoy se exige la mascarilla en todos los lugares públicos, sobre todo porque su uso es casi una regla generalizada a nivel mundial.
Sobre el cierre de fronteras el gobierno en las primeras semanas de la pandemia se negó al cierre, a pesar de la fuerte presión de algunos sectores y de diputados de oposición, ya cuando el cierre se hizo casi global, Costa Rica tomó la decisión del cierre de fronteras.
Así fueron pasando los meses y las medidas eran confusas y contradictorias. Muchas de estás medidas, como la restricción vehicular, nunca se le explicó a la población sus efectos para la reducción de los contagios.
Las indecisiones, o las decisiones tardías o mal tomadas, llevaron al serias contradicciones del gobierno, y a un estado de relajación excesivo en los primeros meses del 2021 cuando los casos empezaron a bajar, al igual que el gobierno bajó la guardia, y flexibilizó en exceso los controles.
Hoy Costa Rica con una tasa de 468 contagios por cada millón de habitantes se muestra entre los primeros países del mundo en índice de contagio, siendo el segundo en América, solo por debajo de Argentina.
Los servicios de Salud están colapsados, y las unidades de cuidados intensivos están en lista de espera, las cuales se liberan más por muertes que por recuperados.
En estos días de mayor crisis, las señales siguen siendo confusas, y la esperanza de que la vacunación mitigue rápidamente la situación es incierta, por la lentitud con la que se ha llevado a cabo.
Y es que también el gobierno de Carlos Alvarado, desde las primeras vacunas, ha utilizado su llegada al país como un botín político para las fotos y las publicaciones presidenciales en las redes sociales. Incluso si no fuera por las criticas que recibió Alvarado al acudir al aeropuerto a tomarse fotos con las cajas de vacunas, es posible que hoy lo seguiría haciendo.
Estás presiones sobre todo de diputados de oposición, es lo que en la mayoría de los casos ha llevado a tomar medidas, así fue con el cierre de fronteras, con el curso lectivo, con las restricciones vehiculares, y hoy con las vacunas, donde incluso se interpelará al ministro Salas en la Asamblea Legislativa.
“Costa Rica le seguirá enseñando al mundo como ganarle al coronavirus… hoy le estamos enseñando al mundo lo que significa nuestro Pura Vida”, hoy el eslogan preferido de la campaña presidencial quedó muy lejos de la realidad, y el significado actual del Pura Vida es casi 500 casos por millón de habitantes.