Centro Adulto Joven busca padrinos y madrinas para privados de libertad

Fuente: Centro de Información Estadística del Congreso

San José, 27 mar (elmundo.cr) – Desde los 6 años, Silver fue ingresado a un albergue del Patronato Nacional de la Infancia, tras abandonar su casa en Limón. Nunca volvió y hoy tiene 20 años. Hace varios meses, ingresó a la cárcel del Adulto Joven en San Rafael de Alajuela, donde le cuesta reconocer que, cualquier desconocido, podría ayudarle con sus necesidades básicas.

Viste un par de sandalias y se las quita solo para enseñar que tienen la suela despegada. Asegura que nunca ha tenido zapatos, mucho menos un par de tenis para jugar fútbol en el planché. Este limonense ha interiorizado que, por ser privado de libertad, no merece la ayuda de nadie.

“Es duro saber que uno depende de personas que no conoce, siempre he estado institucionalizado por el Estado. Yo no tengo visita, pero ya estoy acostumbrado. Para mí, es normal. Aquí jugamos fútbol descalzos y ocupamos tenis porque los que tienen no nos prestan. Es feo, pero es nuestra realidad”, señala este joven.

Así como él, al menos, 70 muchachos, privados de libertad, entre 18 y 24 años, no tienen zapatos. Se la juegan con un par de sandalias que la institución o las familias de otros jóvenes, les aporta. A una buena parte de ellos se les ve descalzos. Otros, portan un par de tacos fosforescentes, que organizaciones aliadas les donaron, sin embargo, las carencias de calzado son muy altas.

La mayoría de ellos no recibe visita familiar, por abandono, por lejanía o por falta de recursos para el traslado. Esta situación implica que no cuentan con recursos externos para apoyarlos.

El planché de ese centro penitenciario es testigo de las corridas a pie, de los goles sin tacos, del calor ardiente que quema las plantas de jóvenes que cumplen su pena.

Un tubo de agua fría, al pie de la entrada al planché, es el alivio para estos jóvenes.  “Nos mojamos los pies cuando ya no se puede más y con eso seguimos jugando”, asegura uno de ellos.

Silver reconoce que le cuesta pedir ayuda, pero sabe que él es la voz de sus compañeros. “Si pueden ayudar, ayuden a las personas privadas de libertad porque muchos pasan necesidad. No es obligación de nadie, pero si tienen el alcance, ayuden a los que no tienen”, asegura.

En el CEA Joven, habitan 151 privados de libertad, la mayoría con tallas entre 39 y 42.

TallaCantidad
383
3912
4050
4140
4229
4316
451

 

Si usted requiere más información para ayudarles, con ropa y zapatos, puede consultar al correo electrónico comunicacion@mj.go.cr o a los teléfonos del CEA Joven: 2439-2610 y 2438-0743.

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