Por Bernd Kubisch (dpa)
PANAJACHEL/Guatemala (dpa) – Endiosado y adorado, el lago de Atlitán atrae en Guatemala a poetas, pensadores y turistas. Muchos de quienes lo han visitado decidieron trasladar su residencia allí, y el escritor británico Aldous Huxley lo describió como “el más bello del mundo”.
Ubicado a casi 1.600 metros de altura, es uno de los atractivos turísticos más destacados de América Latina. Desde hace siglos atrae a personas de todos los continentes y aloja a más de mil inmigrantes procedentes de todo el mundo. Entre ellos hay también científicos, que buscan restos arqueológicos de pueblos y lugares de culto mayas bajo el agua.
En general, la convivencia entre los extranjeros y los locales funciona sin mayores problemas. Por ejemplo en la “Posada Jaibalito” del alemán Hans Schäfer, donde las tortillas comparten el menú con los spätzle, una especie de pasta típica del sur de Alemania.
Casi la mitad de los 15 millones de guatemaltecos son mayas y la mayoría conserva sus tradiciones milenarias. Maria Pecher es una de ellas, y sigue llevando un vestido colorido cosido por ella misma. Muestra al visitante las sencillas habitaciones del hotel, rodeadas de un rico jardín. “Cuanto más bonita sea la posada y nuestro pueblo Jaibalito, más visitantes llegarán y tendremos algo más de dinero en el bolsillo”, señala esta mujer de 32 años.
En el breve paseo hasta el embarcadero, Schäfer, de 52 años, explica por qué es feliz aquí: “Por la afectuosidad y la tranquilidad de los mayas, la paz que irradia el lago, la majestuosidad de los volcanes”.
Con un gesto hace acercarse un pequeño barco que va casi lleno. Uno junto a otros van sentados los habitantes con sus canastas llenas de limones, aguacates y tomates, y entre ellos un matrimonio estadounidense y dos jóvenes mochileras alemanas. Hoy es día de mercado en Panajachel, adonde llega el bote unos 20 minutos después.
Panajachel es la principal localidad del lago con muchos hoteles, restaurantes, bares y galerías de arte. Desde aquí hay ferries que parten a casi todos los pueblos del lago.
Entre los más bellos está San Juan La Laguna, que en los últimos años ha sufrido como otros lugares el problema del agua contaminada, tormentas e inundaciones. Los niños recogen las botellas y las calles y callejuelas se ven limpias, mientras que en muchas paredes hay bellas pinturas estilo naif.
En algunas bellas casitas los carteles anuncian en español e inglés la presencia de organizaciones femeninas, de pescadores o de autoayuda. Las galerías, restaurantes, pensiones y locales de productores de café orgánico intentan atraer al visitante.
Los residentes están molestos con la contaminación que afecta al lago porque las tormentas han destruido varias depuradoras y por el surgimiento de una epidemia de algas. Son temas que indignan al pescador Miguel Toc. “A causa de ello sufren los peces y naturalmente nuestras familias”.
Durante las épocas en que crece la epidemia de algas, los hoteles y restaurantes compran mucho menos a los pescadores. Por suerte, en los dos últimos años la cosa ha mejorado, señala Toc.
En San Pedro Laguna hay muchas actividades para hacer, como andar a caballo, aprender español, tomar el sol o ir a bailar a las discotecas por la noche.
Desde la terraza de la casa de Clemens Luhmann, construida en un risco, la vista es impresionante. “Atitlán me convirtió de pintor por hobby en un artista. Vendo cuadros, tengo exposiciones. El lago me inspira, aquí somos felices”, afirma este médico. Y mira a su mujer, Jenny, originaria de Nicaragua, a sus dos hijos y después gira la vista hacia los imponentes volcanes Tolimán, San Pedro y Atitlán, al otro lado del lago, a unos 18 kilómetros de distancia.
Muy cerca de la ciudad colonial de Antigua hay otra montaña que también alegra la vista: la cima del Volcán del Agua, de 3.760 metros de altura, se yergue sin nubes sobre el cielo azul. Visto desde el arco del convento de Santa Catalina, no hay turista que se resista a sacar fotos.
Un terrible terremoto devastó la ciudad que era la capital de Guatemala en 1773. Muchas partes han sido reconstruidas pero otras ruinas de palacios e iglesias siguen apuntaladas para que no se derrumben del todo.
En los patios interiores el agua de las fuentes sigue corriendo y permite que florezcan las plantas. “Siempre me conmueve muchísimo recorrer las callejuelas”, afirma la empresaria Christa Methmann, que vive aquí desde hace siete años y a veces actúa de guía turística. “Me encanta. Aquí me quedo”.
Información básica: Guatemala
El visado de 90 días se puede obtener con un pasaporte con validez de al menos seis meses más.
Cómo llegar: Antigua, Panajachel, Chichicastenango, Ciudad de Guatemala, Tikal y Puerto Barrios, en la costa caribe, están bien conectadas con minibuses y autobuses con climatización. Los transportes pequeños suelen parar en el centro de las ciudades, junto a las agencias de turismo y cerca de las pensiones y hoteles. También es sencillo trasladarse al sitio arqueológico maya de Copán en Honduras y a localidades en El Salvador. Una hora de autobús -unos 60 kilómetros- cuesta normalmente unos 3,11 dólares.