ANÁLISIS

Benavides y Víctor Morales, los viejos zorros detrás de la elección del Directorio Legislativo

San José, 2 may (elmundo.cr) – Los amarres y acuerdos para llevar a fundamentalistas religiosos, progresistas de izquierda y a un Partido Liberación Nacional (PLN) que es cada día más un “arroz con mango” lleva el sello de dos viejos zorros de la política legislativa: Víctor Morales Mora y Carlos Ricardo Benavides.

Ambos comparten la experiencia de haber sido ministros de la Presidencia y diputados de la República, son por mucho los más experimentados dentro de los 57 legisladores actuales, además saben con arte y maña manejar el ajedrez legislativo.

Hace varias semanas desde Casa Presidencial había salido la orden de que lo mejor era que su aliado, Benavides, se mantuviera en la presidencia legislativa, nada daba más seguridad que un hombre probo en lealtad hacia el Ejecutivo. Pero estos deseos de Zapote chocaban con el rechazo de la mayoría de la fracción liberacionista, que sí pensaban seguir en la presidencia, pero con la jefa de fracción de ese momento, Silvia Hernández.

Benavides lo intentó, hasta la reunión en el Balcón Verde donde, la mayoría le dejó claro que no le apoyarían, pero en esta encerrona, Gustavo Viales utilizó una carta que a la postre tampoco les favorecería a los que buscaban que el PLN se mantuviera al frente del Congreso, y fue apelar al acuerdo con el Partido Acción Ciudadana y Restauración Nacional.

Así los diputados liberacionistas anunciaban que no llevarían un candidato a la presidencia legislativa, pero en ese momento no anunciaron a quién apoyarían, extraño porque muchos tenían ya claro que su voto iba para Eduardo Cruickshank.

Con esta jugada Benavides, que intentó seguir manejando la Asamblea Legislativa, lograba nuevamente imponer en la fracción verdiblanca un si no soy yo, no es nadie,  algo que ya había logrado en el primer año, frenando las aspiraciones de Roberto Thompson en favor de Carolina Hidalgo. Nuevamente obstaculizaba las aspiraciones de alguien del partido en favor de un foráneo.

Carlos Ricardo Benavides trabajaba además en vender humo a sus adversarios, insistiéndole a Pablo Heriberto Abarca en una reunión informal en un cafetín del Museo de los Niños, que era muy probable que se le apoyara, y asegurándole a Dragos Dolanescu que lo respaldaría para obtener un puesto en el directorio.

Por otro lado, Morales tenía la labor de “torpedear” al Partido Unidad Social Cristiana, y pescar votos de minoritarios. Pero el golpe más importante fue a lo interno de la fracción socialcristiana, jugando con una ficha segura, la más oficialista de los diputados de la Unidad, María Vita Monge. Con ella, sumando a Erwen Masis y Oscar Castante, les era suficiente para presentar por debajo de la mesa a Pablo Abarca como un candidato que no contaba ni con el respaldo de su fracción.

La jugada de decir que el PAC no llevaría a nadie al Directorio Legislativo era simplemente decorativa, porque María Vita Monge es más leal a Zapote que incluso varios diputados oficialistas.

Morales amarró también el voto de Otto Roberto Vargas, que en un desfigurado discurso previo a su elección de segundo pro secretario, insistió casi llorando que él era el que había trabajado por los “amarres” y no su “compañero” Dolanescu.

Ya desde un día antes, Morales sabía que contaban con 36 votos, sumando tres socialcristianos y restando tres liberacionistas, más los seguros de Zoila Rosa Volio y Otto Roberto Vargas.

En este ajedrez los fundamentalistas de Restauración Nacional son simples fichas que logran lo que quieren, figurar en el directorio, pero que en el juego de poder real no cuentan, entonces son el ingrediente idóneo. Avendaño, un diputado que siempre ha sabido vender bien sus votos, lo sabe y juega a eso, a mercadear con maña.

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