Santiago de Chile/Ciudad de Panamá, 7 nov (elmundo.cr) – En Costa Rica, en el trienio 2015-2017, se registran 220 mil personas que sufren de subalimentación y representan una proporción del 4,4% de la población.
Según el Panorama de la Seguridad Alimentaria y Nutricional 2018, Costa Rica, forma parte del grupo de países latinoamericanos que mantienen sin cambios la cantidad de personas subalimentadas.
Este nuevo informe de las Naciones Unidas señala que el hambre, la desnutrición, la carencia de micronutrientes, el sobrepeso y la obesidad afectan más a las personas de menores ingresos, a las mujeres, a los indígenas, a los afro-descendientes y a las familias rurales de América Latina y el Caribe.
Según el Panorama, en 1980 la prevalencia de la obesidad en hombres mayores de 18 años en Costa Rica era de 3,6% y de las mujeres un 9,2%, mientras que para el 2016 la obesidad en hombres se registraba en un 21,1% y en las mujeres en un 30,4%.
En todos los países de la región, la tasa de obesidad de las mujeres adultas es mayor a la de los hombres; en 19 de ellos, la tasa de obesidad femenina es al menos 10 puntos porcentuales superior a la de los hombres.
Actualmente, el exceso de peso es uno de los problemas de salud pública más graves en este siglo y está afectando a muchos países, entre ellos, Costa Rica.
El Censo Escolar de Peso y Talla del 2016, reveló que el 2% de estudiantes entre 6 a 12 años padecen de desnutrición. Por otra parte, se mostró que un 34.6% de la población escolar nacional presentó problemas de obesidad y sobrepeso. Con relación a la Encuesta de Nutrición del 2008-2009, se evidenció un crecimiento de un 12.5% en niñas y niños de la misma edad con esa condición.
“Es importante que Costa Rica promueva sistemas alimentarios saludables y sostenibles que articulen la agricultura, la alimentación, la nutrición y la salud. También, debemos fomentar la educación alimentaria en las escuelas e impulsar una producción sostenible de alimentos frescos, inocuos y nutritivos, asegurando su oferta, diversidad y acceso para los sectores más vulnerables”, comentó Octavio Ramírez Mixter, Coordinador Residente de la FAO en el país.
El Panorama indica que una de las principales causas del alza de la malnutrición en los grupos de población especialmente vulnerables son los cambios que han sufrido los sistemas alimentarios de la región –el ciclo de los alimentos desde su producción hasta su consumo.
Estos cambios han afectado a toda la población, pero sus efectos más adversos los sufren los sectores más excluidos de la sociedad, los cuales, si bien han aumentado su consumo de alimentos saludables como leche y carne, muchas veces deben optar por productos con alto contenido en grasa, azúcar y sal, ya que tienen menor costo.
Por ello, la Organización de las Naciones Unidad para la Alimentación y Agricultura (FAO), la Organización Panamericana de la Salud (OPS), el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), y el Programa Mundial de Alimentos (WFP), llaman a los países a aplicar políticas públicas que combatan la desigualdad y promuevan sistemas alimentarios saludables y sostenibles.
Cada año 3,6 millones de obesos más en América Latina y el Caribe
La obesidad se ha convertido en la mayor amenaza nutricional de América Latina y el Caribe. Casi uno de cada cuatro adultos es obeso. El sobrepeso afecta al 7,3 % (3,9 millones) de los niños y niñas menores de 5 años, una cifra que supera el promedio mundial de 5,6 %, indica el informe.
“La obesidad está creciendo descontroladamente. Cada año estamos sumando 3,6 millones de obesos a esta región. 250 millones de personas viven con sobrepeso, el 60 % de la población regional. La situación es espantosa”, dijo el Representante Regional de la FAO, Julio Berdegué.
“Aunque la desnutrición persiste en la región, en particular en poblaciones vulnerables, también se suma la obesidad y el sobrepeso que afectan de manera particular a esos grupos. Es necesario un enfoque multisectorial, que va desde asegurar el acceso alimentos balanceados y saludables hasta abordar otros factores sociales que también impactan sobre estas formas de malnutrición, como el acceso a la educación, el agua y saneamiento y los servicios de salud”, indicó Carissa F. Etienne, Directora de la OPS. “Debemos avanzar en el acceso a la salud universal para que todas las personas puedan recibir la atención y medidas de prevención que necesitan por temas de malnutrición y sus consecuencias a largo plazo”, indicó.
Por tercer año consecutivo aumenta el número de personas con hambre
Según el Panorama, el hambre afecta a 39,3 millones de personas, el 6,1 % de la población regional. Entre 2015 y 2016, el número de personas subalimentadas creció en 200 mil personas. Entre 2016 y 2017, el incremento fue de 400 mil; esto muestra que la velocidad del deterioro está aumentando.
Desde 2014, Argentina, Bolivia y Venezuela vieron incrementos en su número de personas subalimentadas. El mayor aumento ocurrió en Venezuela: 600 mil personas más sólo entre 2014-2016 y 2015-2017.
Venezuela es hoy uno de los países con mayor número de personas subalimentadas en la región (3,7 millones, el 11,7 % de su población), junto con Haití (5 millones, el 45,7% de su población) y México (4,8 millones, 3,8% de su población). Cabe destacar que en Haití y México el hambre se redujo en los últimos tres años, así como en Colombia y República Dominicana. Son los únicos cuatro países que han logrado esta reducción desde 2014.
Once países mantienen sin cambios el número de personas subalimentadas: Chile, Costa Rica, El Salvador, Ecuador, Guatemala, Honduras, Jamaica, Nicaragua, Panamá, Paraguay y Perú. Por su lado, Brasil, Cuba y Uruguay son los tres países de la región con porcentajes de hambre inferiores al 2,5 % de su población.
Las desigualdad económica y social está asociada a la desnutrición crónica infantil
Según el Panorama, las desigualdades sociales y económicas se ven también en la nutrición infantil: en Honduras, la desnutrición crónica afecta al 42 % de los niños y niñas en familias de menores ingresos y solo al 8 % de los que viven en contextos de mayores ingresos. En Guatemala la diferencia es mayor: afecta al 66 % más pobre y sólo al 17 % de los niños de familias de mayores ingresos.
“La desnutrición crónica tiene estrecha correlación con las desigualdades y la pobreza, pero también el sobrepeso está afectando de manera creciente a los niños y niñas más pobres. Éstos se enfrentan a condiciones de alta vulnerabilidad social y económica y sufren el acceso inequitativo a servicios de salud y a dietas saludables”, señaló María Cristina Perceval, directora regional para UNICEF América Latina y el Caribe.